27 enero, 2006

En busca de la salud perdida

Hoy volví al gimnasio. Fue de esos retornos que ya de antemano sé que no van a durar.
Fui temprano, porque no me gusta cuando está lleno de gente.
Empecé con abdominales. Mierda que he comido mucho este verano... Serán secuelas de las fiestas? (Vamos Ale... ¿sólo las fiestas?)
En fin, continuando con la rutina de ejercicios que me indicaban los instructores, seguí con unos aparatos para ejercitar no sé qué músculos (nunca tuve anatomía en el colegio, yo seguí comercial), que no los podré nombrar, pero sí que los pude sentir...
La tortura siguió con piernas. La máquina la estaban usando, por lo que tuve que esperar. Estaba ocupada por un chico que no tendría más de 17 años. Flaquito el pibe, pero levantaba 35 o 40 kilos. Yo apenas pude hacer con 15 (probé con 20, pero no aguanté mucho).
Uno se consuela pensando cosas como: "el pibe hace ejercicio 2 o 3 veces por semana en el colegio"; "seguramente entrena en algún club"; "yo a su edad..." Epa! qué fue eso!! No pasó tanto tiempo, o si? Si yo entrenaba en un club! Estaba en el equipo de voley!!! Fue en el año... mmm... Hace no más de... uh...
Terminé las repeticiones ordenadas, y me alejé hacia las máquinas del rincón más oscuro del gimnasio... Ahí me esperaba otro ejercicio de piernas.
Cuando empecé la primer serie, escucho que los fierros rechinaban por el poco uso. (No eran mis piernas, aunque también lo dudé por un segundo)
Finalmente, luego de una hora y media, me toca la bici. 20 minutos, porque "también hay que hacer algún ejercicio aeróbico". Ahí deje todo el sudor que me quedaba. Bueno, ahí y en la remera (que será desechada como desperdicio patológico, por cierto).
Toda una experiencia la del gimnasio. Tan sólo pensar que hay gente que va todos los días, me provoca un cansancio que deberá ser sometido a un par de semanas de cama.
Todo sea por sentirse un poquito mejor, no?

No hay comentarios.: